Abordar el desarrollo de un tratamiento para la ELA presenta una serie de dificultades compartidas con otras patologías del Sistema Nervioso Central.
La primera de estas dificultades el hacer llegar hasta allí a los fármacos.
Para empezar, tenemos una muralla protectora que es la barrera hemato encefálica. Esta barrera se sitúa entre la circulación sanguínea y el líquido cefalorraquídeo. Dada la importancia del sistema nervioso para las funciones generales de los animales, funciona controlando el traspaso de nutrientes y limitando el acceso de moléculas y patógenos que podrían ser dañinos.
Otro punto de dificultad viene dado por la propia naturaleza química de algunos fármacos. Algunos de ellos son insolubles en agua, entonces ¿Cómo hacer que se transporten bien en un medio que es mayoritariamente acuoso?
En las últimas décadas la física y la química de los materiales se han unido a la biomedicina para buscar soluciones en estas circunstancias. El campo de la nanotecnología es una rama científica en la que se desarrollan soluciones basadas en materiales que actúan en partículas diminutas. Algunos ejemplos aplicados específicamente a la ELA cubren varios de los principales mecanismos de la enfermedad.
En la ELA uno de los mecanismos celulares que se afectan es la excitotoxicidad por glutamato. Sobre este mecanismo es sobre el que actúa el Riluzole. Pero este fármaco es poco soluble, tiene una vida media corta, se acumula poco en sistema nervioso y los efectos secundarios a altas dosis limitan su eficacia clínica. Para mejorar entonces el efecto del Riluzole se trabaja en nanopartículas lipídicas sólidas que mejoran la llegada al sistema nervioso del medicamento. Con esto también se reduce la distribución a otros órganos donde causaría efectos secundarios.
Se están desarrollando cápsulas nanométricas que dirijan otros fármacos que podrían actuar en esta vía hacia el sistema nervioso. Son compuestos que no podían aplicarse hasta ahora, aunque funcionaran bien controlando la excitotoxicidad porque no podían solubilizarse sin esas cápsulas nanométricas.
Otro mecanismo implicado en la ELA es el estrés oxidativo. Algunos fármacos como la Bromocriptina y la porfirina manganésica se han asociado también a diferentes tipos de nanoestructuras para aumentar su eficiencia. Y algunas nanopartículas de óxidos de metal tienen propiedades contra el estrés oxidativo que en modelos de ratón de ELA mejoran la fuerza muscular y la esperanza de vida.
También se ha aplicado la nanotecnología sobre los procesos de inflamación asociados a la ELA. Hay distintos tratamientos antiinflamatorios que han sido efectivos en modelos animales de ELA pero que para su uso clínico requieren de dosis excesivamente elevadas que se traducen en toxicidad.
Se están explorando soluciones nanotecnológicas que servirían como carteros. El tratamiento sería llevado de una manera dirigida al tejido donde se necesita. Así se consigue también concentrar el antiinflamatorio en el tejido nervioso sin causar efectos secundarios en otros órganos.
Sin duda, cuando se perfeccionen estas soluciones, la eficacia de los tratamientos experimentales podría mejorar. Especialmente en cuanto a poder evitar efectos secundarios que actualmente limitan mucho el paso de tratamientos experimentales en animales a su uso en humanos. Esperemos que se consigan materializar en soluciones para los pacientes pronto.
Fuente: Fundación Luzon