-En el cuerpo de quien la expone
-En la mente de quien la niega
-En el alma de quien la vive
Por: Freddy Morales
El alma, dice el diccionario enciclopédico, “es una entidad abstracta considerada la parte inmaterial que, junto con el cuerpo o parte material, constituye al ser humano; se le atribuye la capacidad de sentir y pensar”; es por tanto, la esencia de nuestro Yo interior.
Por eso, cuando el alma cojea o va a la deriva tanteando en absoluta ceguera; cuando no escucha ni quiere percibir las señales ni sonidos que la guían, está en fase de metástasis y es prudente revisarla, sacudirla, transformarla, aprovechar lecciones, experiencias y oportunidades para hacer más resistente el espíritu, capacitándolo para soportar y sobrevivir en un mundo tan complejo, en el que cada uno de nosotros trae su propia carga, obstáculos y enemigos para alcanzar propósitos de vida, lo que nos convierte en Discapacitados del Alma que puede ser aún más difícil que las discapacidades físicas, carencias de personas, por una u otras circunstancias, que por cierto, jamás debe afectar su dignidad y esencia de ser humano por el contrario, son ejemplo de lucha, fortaleza y amor a la vida, en tanto que los Discapacitados del Alma, que somos la mayoría de la humanidad, a pesar de ver la vida desde arriba y hacia adelante no gozamos de una visión profunda de las cosas y llevamos una ceguera, carencia escondida, oculta, tratando de pasarla desapercibida, ciegos al dolor, sordos a la necesidad, amputados de amor, cubiertos de insensibilidad recalcitrante en una sociedad que nos envuelve en nuestro egoísmo.
Como dice la Asociación Civil altruista Apoyo Integral Gila, que brinda apoyo y orientación a familias con algún integrante con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) con la finalidad de que el paciente tenga una mejor calidad de vida y la familia viva este proceso en armonía para que haya el menor desgaste posible y permanezca unida; si sintieramos la cuarta parte de lo que siente y percibe una persona en estas condiciones, nuestra vida cambiaría en un instante; la realidad de la discapacidad podemos experimentarla haciendo la diferencia entre la desesperanza y la esperanza; sin embargo los Discapacitados del Alma nos hemos vuelto insatisfechos, y cada vez buscamos mas cosas para alcanzar la felicidad sin entender que la felicidad es una actitud de admirar el canto de las aves, el calor del sol, los prodigios de la naturaleza, encontrar sentido a lo que hacemos, a lo que pensamos, somos personas egoístas, superficiales, poco empáticas centradas solo en nuestra satisfacción personal, no sabemos, no queremos o no tenemos la actitud de hacer algo por los demás, llevamos un vacío en el tanque emocional; así, la diferencia entre una persona con discapacidad física o intelectual, es que este estado se puede observar y en las personas Discapacitadas del Alma, hacemos lo imposible por mantenerla escondida, sumergida en la oscuridad, tan profundo que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de que la padecemos.
Recordando la obra de José Saramago, “Ensayo Sobre la Ceguera” en la que se hace un profundo análisis de las enfermedades espirituales, podríamos decir que la Discapacidad del Alma, es la incapacidad de la humanidad de reconocer al prójimo, su rostro, sentimientos, aflicciones y anhelos, lo que convierte al mundo actual y a quienes lo habitan en personas infames y muchas veces despreciables que solo a partir de la propia tragedia pueden encontrar y reconocer la fuerza del espíritu y la capacidad del alma para dejar de utilizar la razón como excusa para humillar la vida y comenzar a dignificarla; y muchos pasajes bíblicos claramente indican que “El que le muestra compasión al necesitado le hace un préstamo a Jehová, y él lo recompensará por eso” (ATALAYA PROVERBIOS 19:17).
Eva Muciño Godínez