Un investigación de patrones alimentarios en una población australiana sugiere que la dieta MIND (Mediterranean-DASH diet Intervention for Neurodegenerative Delay) disminuye el riesgo de desarrollar trastornos cognitivos y demencia.
Se cree que la alimentación es un factor modificable importante que influye en el riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer, la principal causa de demencia en el mundo.
La dieta Mediterránea, por su efecto antioxidante y antiinflamatorio, es considerada clave para prevenir enfermedades cardiovasculares y también se ha asociado a una mejor salud cerebral. Sin embargo, los datos relacionados con su influencia en el riesgo de desarrollar trastornos cognitivos no son concluyentes.
La dieta MIND (Mediterranean-DASH diet Intervention for Neurodegenerative Delay) fue creada por la profesora Martha Morris en Estados Unidos. Está basada en la dieta Mediterránea y en el llamado Dietary Approaches to Stop Hypertension (Enfoque dietético para detener la hipertensión).
Sin embargo, la dieta MIND fue diseñada específicamente para proteger nuestro cerebro a largo plazo, utilizando 15 componentes se suponen neuroprotectores: 10 productos saludables y 5 menos saludables.
Entre los primeros se encuentran los vegetales de hojas verdes, las nueces, los granos, el pescado y el aceite de oliva, y entre elementos poco saludables que debemos ingerir de forma limitada, están la carne roja, el queso y los pasteles. Estos.
Los ensayos clínicos realizados en el entorno estadounidense en adultos mayores indicaron un mayor efecto de esta dieta en la salud cerebral que la dieta Mediterránea. No obstante, la ausencia de estudios con poblaciones de distinta procedencia, edad y cultura, impiden la generalización de los resultados.
Una investigación llevada a cabo por especialistas australianos evaluó por primera vez la incidencia de la dieta MIND en la disminución del riesgo de sufrir desórdenes cognitivos en una población no-estadounidense.
El estudio fue liderado por investigadores del Centre for Research on Ageing Health and Wellbeing (Acton, Australia). Comparó el efecto de la dieta MIND y de la dieta Mediterránea en 1220 personas entre los 60 y los 64 años.
Los participantes eran parte del proyecto Personalidad y Salud Total A Través de la Vida (PATH), un estudio de 12 años originalmente realizado en Canberra/Queanbeyan, Australia. El análisis se realizó utilizando las respuestas al cuestionario CSIRO de frecuencia de alimentos para cada tipo de dieta.
De esta manera, mayores registros indicaban mayor adherencia a la dieta correspondiente. Las habilidades cognitivas de estas personas fueron monitoreadas durante todo el estudio, así como los patrones alimentarios que seguían.
De acuerdo con el artículo publicado en la revista Alzheimer’s & Dementia, los resultados indicaron una reducción del 19 % del riesgo de sufrir demencia y deterioro cognitivo en los participantes que tenían mayor adherencia a la dieta MIND. Sin embargo, no se observaron beneficios para la salud cerebral en las personas que utilizaban el patrón Mediterráneo.
MIND parece capaz de impactar positivamente la ocurrencia de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Aunque la investigación contribuye a aumentar el conocimiento sobre el impacto de la dieta MIND en poblaciones no estadounidenses, sus limitaciones impiden generalizar los resultados, que los propios investigadores califican de preliminares.
El cuestionario utilizado para evaluar los hábitos alimentarios solo se aplicó al inicio de la investigación, por lo que no se puede descartar que en 12 años estos hayan cambiado y otras variables influyeran en el riesgo de deterioro cognitivo de los participantes.
Además, no se evaluó el consumo de aceite de oliva, uno de los pilares de la dieta Mediterránea, y tampoco se valoró el consumo de margarina o mantequilla, dos productos que directamente se aconseja limitar en la dieta MIND.
En el futuro debe aumentar la comprensión de los mecanismos a través de los cuales actúan los elementos de la dieta MIND sobre la salud cognitiva y deben realizarse más ensayos clínicos controlados que permitan confirmar el poder de esta dieta para influir sobre nuestra salud cognitiva.
Fuente: Titi