Soy Sergio el asistente de Miss Pilar Cillero estoy tratando de encontrar el número 20b, ya he dado varias vueltas y no doy con la dirección.
Solo aparece al fondo un callejón, llamo al don Luis esposo de Manuela me dice: ¡Ya está usted muy cerca!.
De pronto se acerca a la camioneta un señor mayor con un bastón pues ya no ve. ¡Es don Luis!, me acompaña. Un joven me auxilia a bajar reposet de la camioneta, la vivienda es muy, muy pequeña. ¿Ahora como haremos para meterlo? Empezamos a mover muebles. ¡De pronto volteó! y advierto en una silla de plástico (de esas de jardín) con un cojín. Ahí sentada estaba Manuela. ¡Esta tan delgada!, y me percato también: que ¡ya no puede hablar! Le digo: vengo de parte de la Fundación Gila a traerle este reposet Manuela para que usted este más cómoda.
Don Luis me pide pasar a Manuela al reposet. Cuando la tomé entre mis brazos, creí que se me iba a romper, está sumamente delgada, ¡sus ojos se abrieron enormes!. Le explique que la iba a pasar al reposet. Me abrazó como pudo y la acomodé en el mismo; les expliqué a don Luis sobre su funcionamiento para que puedan mover y acomodar.
Al sentar a Manuela: ¡se veía tan feliz!, que se le salieron sus lágrimas. Bueno que más puedo decirles me dejé llevar por la emoción y me puse a llorar con ella, le acaricié su cabecita y me miraba con una carita tan dulce, yo no podía dejar de verla y llorar. Don Luis me agradeció mucho, estaba muy contento.
La vivienda es muy pequeña. No es necesario que las personas hablen, con su mirada dicen todo. Estoy agradecido por la oportunidad de tener esta experiencia, la persona que dono el reposet logró darle otra calidad de vida a la señora Manuela. Me retiro con el corazón lleno de emoción.