Hoy nos entrevistamos con los autores del libro “Acompañar en el duelo.
De la ausencia de significado al significado de la ausencia”, ed. Desclée., psicólogos expertos en duelo, Manuel Nevado, neuro-psicólogo en Ahora Centros y José González director de Apertus Psicólogos.
RdC: De modo ameno y claro, en unas doscientas páginas sintetizáis el trabajo del duelo, habláis de los tipos de duelo y dais estrategias para afrontarlo. Para empezar y contextualizar. ¿Qué se entiende por duelo?
MN y JG: El duelo es la respuesta normal y natural ante una pérdida.
RdC: Cuando perdemos a nuestra pareja, que nos ha acompañado gran parte de nuestra vida, ¿vamos a necesitar la ayuda de un profesional?
MN y JG: No todos los duelos necesitan un acompañamiento psicológico o terapéutico, pero siempre es un facilitador. Pongamos el ejemplo que quieres adelgazar, puedes hacerlo por ti mismo, pero seguramente te costará menos si tienes un dietista que te asesora o un entrenador personal que te acompaña para hacer deporte, así pues en el duelo ocurre lo mismo.
RdC: ¿Qué podemos hacer si estamos viviendo un duelo o conocemos a alguien que se encuentre en esta situación?
MN y JG: Debemos entender que la persona va a pasar por varias fases y que tiene que realizar diferentes tareas en cada una de ellas. El trabajo del duelo habrá finalizado cuando se hayan vivido estas fases y se hayan realizado las tareas. Es cierto que no hay un tiempo concreto para cada fase y cada tarea, dependerá de cada uno de nosotros.
RdC: ¿Qué fases son estas?
MN y JG: Casi todos los autores coinciden en las siguientes fases: negación, negociación, ira, culpa, tristeza y aceptación. Del mismo modo, el orden no va a ser lineal para todos.
RdC: Habláis de tareas en el proceso de duelo. ¿Qué son?
MN y JG: Las tareas son los sitios hacia los que caminar, faros hacia los que ir. En este caso (y a diferencia de las fases) las tareas si deben ser secuenciales y es muy importante mantener el orden, no podemos pasar a la siguiente sin haber vivido la previa, ni saltarnos ninguna de ellas. La primera tarea es aceptar la realidad de la pérdida; permitirse vivir las emociones desagradables.
En esta etapa es muy normal que surjan les emociones como el enfado, sentirse triste e incluso envidia cuando veamos a otras parejas. Una vez superadas estas tareas y de modo paulatino comienza la adaptación al medio sin la persona que ha fallecido. Por último, se empieza a invertir energía emocional en otras personas y otras relaciones.
RdC: En la pérdida de la pareja se hace especial hincapié en la tarea de adaptarnos al medio sin la pareja, ¿a qué se debe esto?
MN y JG: Esto ocurre porque no pierdes solo a tu pareja; pierdes a tu compañero/a, a la persona con la que dormías, con la que disfrutabas de la vida social, al fin y al cabo, la persona que conocía todas tus caras. Tendemos a ser complementarios en pareja, así que adaptarse a la vida sin ella es difícil y requiere que se trabaje. Aprender a gestionar cada pequeño detalle es importante y debemos concedernos el tiempo para hacerlo.
Por ejemplo, si mi pareja era la persona habitual que hacía las gestiones en el banco es muy probable que a mí se me haga un mundo, o si mi pareja era la que cocinaba de forma diaria me costará coger este ritmo y así sucesivamente en todos y cada uno de los hábitos de nuestro día a día. Todos estos pequeños detalles tienen que ver en que primero debo llorar esa pérdida y después y muy poco a poco debo y necesito ir conquistando aquello que ya no hará él o ella y que deberé hacer yo. Aquí el orden es muy importante, primero necesitamos llorar la pérdida y después nos adaptaremos.
Una cultura, como la nuestra, que premia por encima de todo las emociones positivas como la felicidad y da la espalda a las emociones tan vitales como el dolor, la ira, la rabia o tomar conciencia de la muerte, no es ideal para acompañar a los dolientes y dejarnos llorar primero y adaptarnos después.
No, tenemos una cierta tendencia a acelerar el proceso natural, y decir cosas como “debemos estar bien ya”. Esta manera de proceder es contraproducente ya que forzamos antes de tiempo a salir de esa situación que sí o sí debemos pasar. Eso genera que el proceso se haga más crónico, el duelo se prolonga y se dificulta. Vivimos en una cultura tanatofóbica, donde la muerte es un tabú, de este modo, cuando nos toca gestionarla y afrontarla nos damos cuenta que no tenemos las herramientas adecuadas.
RdC: En la parte final de vuestro libro y en forma de anexos habéis incluido aspectos tan interesantes como ejercicios para trabajar el duelo, filmografía sobre el duelo y canciones. Así que para despedirnos lo hacemos de la mano de María Rozalén, psicóloga y cantautora.
Cuéntanos lector, ¿te ha gustado leer a Manuel y a José? ¿Tienes alguna experiencia que quieras compartir con otros lectores?
Fuente: El rincón del cuidador