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Caña, una ilusión por seguir viviendo sin fecha de caducidad por la ELA

Alcalá de Henares rinde homenaje este fin de semana a uno de sus vecinos más queridos, enfermo de ELA, con una carrera para recaudar fondos para su atención.

‘Dale Caña al ELA’, mucho más que una carrera.

“¿Cómo has conseguido ser tan buena persona y que te quieran tanto?” Pregunta Andrea, oculto ya su rostro entre lágrimas.

Y aquí termina la entrevista

Durante los 45 minutos ya pasados, Caña, Antonio Cañaveral, ha respondido, recorriendo medio siglo de alguien que siempre ha vivido por y para los demás, conjugando verbos olvidados en estos tiempos, pilares de su vida: enseñar, educar, ayudar. Ahora, mente privilegiada en el frágil “chásis que me ha tocado”, Caña intenta -y consigue- que su vida siga igual, casi al menos, relegando a la habitación del fondo a su maldito huésped de los últimos tres años, la ELA, enfermedad degenerativa y con fecha de caducidad en el bolsillo que poco a poco va mermando las capacidades motoras del paciente.

Acompañar a Caña en cualquier paseo por su Alcalá de Henares es un deporte de riesgo para todo aquel con prisa; besos, abrazos y ánimos se suceden sin descanso. La sensación que se multiplica en sus ‘dominios’, las instalaciones del Club Deportivo Avance, epicentro vital al que llegó con siete u ocho años, cuando en tierras complutenses o eras blanco o rojillo, Avance o Alcalá. “He sido fiel a este club durante casi 40 años, y es una de las cosas que más orgulloso me hace estar”.

Allí estaba ya Caña, apenas un crío que le daba patadas al balón, cuando el sueño del Avance estuvo a punto de echar el candado; diciembre de 1988, hace tanto ya, y el día 22 cantaron los niños: “El club iba a cerrar porque sin financiación no íbamos a ningún sitio, pero nos tocó el segundo premio de la Lotería de Navidad y nos salvó, y todo ha sido historia desde entonces”. Karma.

Caña, durante la entrevista, con un póster del histórico Avance.O.S.

Futbolista, entrenador, coordinador, directivo… Caña fue recorriendo cada etapa en el Avance dejando poso: “Cada función ha tenido su momento y su intensidad. Pero igual por mi vocación profesional, la que más se adecúa a lo que yo soy es la de entrenador, la de profesor”. Una vocación en busca de un fin sencillo, complicado: “La educación es una pata fundamental de nuestra sociedad. Tenemos que hacer mejores ciudadanos. En España hay dos formas de entender la formación y educación. Una es muy competitiva, únicamente vale ser el mejor, el primero; y otra la que debe estar adecuada a todos los ciudadanos. En el deporte hay profesionales, pero a cuanta gente le viene bien hacer deporte, como aprender en la enseñanza ¿Y a esos les vamos a excluir? ¿Qué pasa con el que no tenga habilidades para aprender? Yo creo que más en hacer buenos ciudadanos. Luego ya cada uno seguirá su camino”.

Y así sigue Caña, intentando formar buena gente, como toda la guardia pretoriana que le vigila 24×7, su esposa Andrea, perdidamente enamorada de él desde que era una chiquilla, su hermano ‘Cañita’, su amigo Luis Díaz, otro loco del fútbol que le acompaña en esto de la vida desde que ya ni se acuerdan, su querida madre o su siempre recordado padre: “Yo lo perdí con seis años, y todo el mundo me cuenta que era insoportable ir con él porque todo el mundo lo saludaba, con todo el mundo hablaba, así que supongo que eso se me ha reproducido, ese carácter vitalista y optimista”.

“Yo estaba mentalmente preparado”

Ese carácter de Caña que antepone a los demás a uno mismo, incluso aquel día de enero de 2023, tras un peregrinaje médico interminable, iniciado en 2021 con las primeras molestias y que se cerró en el Gregorio Marañón, ante un jefe de neurología escaso de tacto : “Nos dijo de forma directa que teníamos ELA. Aquel día es el más difícil porque te cierra el ciclo, pero hubo tiempo para preparar la cabeza. A Andrea le costó más porque tenía ilusión, porque pensaba que nos habíamos librado. Para mi fue difícil por ella, por mi hermano, pero yo estaba preparado. Mi cabeza rondaba como contárselo a mi madre, pero en cuanto a mi…tenía claro lo que había y todo lo que venía con ello. Yo soy muy cerebral y mi cabeza estaba muy preparada. Lástima que el chasis haya venido así”, lamenta Caña con una carcajada.

El cerebral Caña se deshace cuando piensa en la que se avecina, la hora de devolver favores. Será el próximo domingo 2 de febrero y toda Alcalá de Henares se ha volcado para poner de su parte en esos 5 kilómetros de ruta, andable o corrible, bautizada maravillosamente: ‘Dale Caña al ELA’. Partirá del centro de la ciudad para llegar, como no, a las instalaciones del AVANCE con el objetivo de recaudar fondos y sufragar el enorme coste de esta enfermedad que obliga a una atención permanente. Las aportaciones también se podrían hacer en la fila cero: ES27 0049 5175 7123 1654 8131. “No hay palabras para dar las gracias por esto. Yo siempre he intentado dar cariño a todos, pero cuánta gente lo hace y no se lo devuelven”.

Hasta el domingo, Caña seguirá repartiendo y recibiendo cariño, dando clases en el instituto Gaspar Sanz de Meco y visitando la unidad de ELA del Zendal, donde participa de un milagro diario: “Allí me he encontrado gente fuerte y con ganas de luchar hasta que se pueda. Para mi han sido positivo estos encuentros con la gente que está como yo. Es una enfermedad dura y pensaba que la gente caería en depresión, pero no es así. La gente quiere seguir luchando, viviendo”.

Llegado al momento final, casi detenida la grabadora, Caña encuentra respuesta para la pregunta de Andrea. “He sido un privilegiado y he tenido mucha gente buena a mi alrededor”.

Y lloran ambos, y luego ríen, y las dos cosas a la vez.

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Fuente: www.20minutos.es/deportes/noticia

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