Las fasciculaciones son espasmos musculares rápidos e involuntarios, tan débiles que no llegan a mover la extremidad o la lengua, pero que se perciben con facilidad por los pacientes y el médico.
Los músculos son tejidos que tienen la capacidad de contraerse o relajarse. Cuando el músculo tiene una leve contracción involuntaria, que no llega a conseguir movimiento, se produce una fasciculación. Las fasciculaciones son espasmos musculares rápidos e involuntarios, tan débiles que no llegan a mover la extremidad o la lengua, pero que se perciben con facilidad por los pacientes y el médico. Todo el mundo en alguna ocasión ha tenido fasciculaciones, sobre todo a nivel de los gemelos. Suelen ser benignas y pasar inadvertidas; sin embargo, en ocasiones, si se observa atrofia o debilidad muscular, puede ocultar algún trastorno neurológico. Las fasciculaciones de la lengua las suelen sufrir un tercio de los enfermes con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).
EL doctor José Luis Fernández Plaza, especialista en Neurofisiología del Hospital Quirónsalud Sur, explica la fasciculación como “una contracción errática y no voluntaria, visible o sentida bajo la piel que no llega a provocar movimiento específico de una parte del cuerpo. Se produce por una descarga espontánea de la unidad motora.”Hay que tener en cuenta que cada músculo está compuesto por numerosas unidades motoras que pueden variar de unas pocas a muchos cientos, según el músculo que sea. La unidad motora controla el funcionamiento y la estructura del músculo esquelético. Es una motoneurona, un tipo de célula que se encuentra ubicada en la médula espinal o en el tallo cerebral que está conectada con algunas fibras musculares y su función es producir estímulos que provocan la contracción de los diferentes músculos del organismo, es decir, llevar la señal eléctrica para que el músculo en cuestión se contraiga.
Las fasciculaciones de la lengua las suelen sufrir un tercio de los enfermes con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA)
El sistema nervioso es como un conjunto de circuitos eléctricos con cientos de conexiones que controlan cada parte del organismo para que funcione adecuadamente. Un sistema tan complejo y sensible a ciertas condiciones externas como el sistema nervioso puede presentar pequeños desajustes ocasionales que hacen que una motoneurona se active de pronto de forma indebida. “Este fenómeno, que es la traducción neurofisiológica de una fasciculación, se deriva de la propia configuración del sistema motor y, por lo tanto, es un fenómeno normal”, asegura el doctor Fernández Plaza. Existen, por tanto, numerosos factores que favorecen la aparición de fasciculaciones.
Entre los factores que más pueden afectar al sistema nervioso y, por tanto, activar una motoneurona y provocar fasciculaciones están la falta de sueño y el exceso de ejercicio físico. Cuando dormimos, nuestro organismo se “recarga”; la falta de sueño nos hace más torpes y lentos, lo que aumenta la probabilidad de provocar pequeños desajustes motoneuronales. De la misma manera, “el exceso de ejercicio físico supone más actividad de reconfiguración y cambios en las necesidades metabólicas, lo que reduce el control de la excitabilidad de la motoneurona”, añade el neurofisiólogo. Algunos estimulantes como la cafeína y ciertos fármacos también pueden causar fasciculaciones. Además de una mala alimentación, la ansiedad y el estrés tampoco son buenos amigos del sistema nervioso, ya que alteran el buen funcionamiento neuronal del organismo, aumentado la probabilidad de sufrir fasciculaciones.
Entre los factores que más pueden afectar al sistema nervioso y, por tanto, activar una motoneurona y provocar fasciculaciones están la falta de sueño y el exceso de ejercicio físico
Algunas enfermedades neurológicas también pueden presentar fasciculaciones, pero no son características de ningún proceso concreto, aunque en algunas se presenten con mayor frecuencia, como es el caso de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad específica de las motoneuronas. “En esta enfermedad, la frecuencia, su distribución en los músculos del cuerpo y el propio aspecto de las fasciculaciones registradas eléctricamente suelen tener unas características especiales propias de la enfermedad”, puntualiza el especialista de Quirónsalud. Por lo tanto, cuando se sufren fasciculaciones no se debe pensar que se está ante una enfermedad grave, como puede ser la ELA; es algo normal que, si uno se agobia o se estresa, irá en aumento. Así pues, disminuir el estrés y la ansiedad puede ser un tratamiento útil para reducir las fasciculaciones.
Sin embargo, si existe cualquier sospecha o duda de tener ELA como consecuencia de sufrir fasciculaciones, lo mejor es acudir a consulta médica, donde el especialista realizará los exámenes de diagnóstico necesarios para salir de dudas. Las pruebas que se realizan abarcan desde un análisis de sangre para buscar posibles problemas con electrolitos, función de la glándula tiroides y química sanguínea, un electromiograma (EMG) o estudios de conducción nerviosa, hasta resonancia magnética de la columna y, a veces, del cerebro.
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