Durante el día realizamos diversas actividades que nos van consumiendo poco a poco todas nuestras energías.
Trabajamos o vamos a clases, quizás participamos en algún curso o vamos al gimnasio, salimos a caminar, hacemos tareas del hogar, en fin, estamos siempre en movimiento. Esto no parece tan malo, al contrario las actividades físicas nos ayudan a sentirnos más vigorosos, prolongan la vida y contribuyen con la buena salud y bienestar. Sin embargo, el desgaste físico no es el problema, sino el desgaste emocional.
Cuídate del desgaste emocional
Las cargas físicas agotan, eso lo sabemos, pero no podemos detenernos, y es que el mundo dejo de caminar hace mucho tiempo, ahora corre, y va a un ritmo exageradamente acelerado. Es difícil ponernos al día inclusive. Además, el nivel de competitividad en las empresas es mucho mayor gracias al desarrollo tecnológico por lo que nos sentimos obligados a ser mejores en nuestros trabajos si queremos una mejor remuneración, un mejor cargo, o simplemente para no ser reemplazados por alguien con mejores habilidades que nosotros.
Esto tampoco es malo, pero solo en cierta medida, pues el exceso de trabajo más que ayudarnos a conseguir una mayor superación persona, influye en desgastarnos física y psicológicamente. De hecho, esta es la razón por la que muchos médicos invitan a las personas que trabajan mucho a realizar actividades como caminar, una hora de ejercicio, entre otras, para drenar un poco los niveles de estrés.
Pero, si te fijas bien, lidiar con el desgaste físico no es tan complicado. El cuerpo recarga con una buena siesta y alimentándose muy bien. Pero cuando el desgaste es psicológico tu sueño se ve afectado e incluso dejas de alimentarte saludablemente. Todo esto te lleva a otro problema que es aún mayor y es el desgaste emocional.
Nuestras emociones son como bombas de tiempo, si no las mantenemos controladas pueden estallar y hacernos pasar momentos muy dolorosos. El desgaste emocional es uno de los problemas que más afectan a las personas hoy día. Todos están buscando desesperadamente concentrarse en el trabajo, en producir más dinero, en pertenecer más a este mundo consumista y a satisfacer un sinfín de supuestas necesidades banales y está reprimiendo sus verdaderas emociones. Emociones que te pueden invitar al llanto de un momento a otro pero que lo evitas por temor a ser visto o por que no te consideren o te consideres débil.
Ante esto, el mejor consejo es permitirnos a nosotros mismos detenernos un momento y pensar en cómo nos sentimos emocionalmente. Oírnos en silencio y luego drenar todo eso que tenemos por dentro. A veces hacerlo con otra persona es la mejor opción solo si esa persona va a saber cómo manejar las cosas. Sin embargo, si lo haces como un ejercicio para descargar este desgaste, no tendrás que necesitar la colaboración de nadie.
Solo busca un lugar apartado todos los días si fuera necesario, cierra tus ojos, respira profundo, piensa en tu día y deja que todas tus emocionas fluyan, pues es importante que así como recargas tu cuerpo recargar tu alma.
Fuente: Reflexiones.life