Saltar al contenido

El día en que mi hijo se graduó

Unas semanas antes de la graduación de mi hijo, mis pensamientos se dividieron. Una parte de mí decía: “No vayas a su graduación, qué pena que te vean en una silla de ruedas.

Además, va a haber mucha gente y te sentirás como un bicho raro. Es muy temprano, ¿cómo vas a salir si a ti te da mucho frío? No, Ana, no vayas…”. Pero otra parte de mí me decía: ¡No te importe la gente, vas a acompañar a tu hijo! Es su último día de primaria y jamás se va a volver a repetir.

Es un momento único, Ana, y tu hijo merece que estés ahí. ¡Decídete y ve!

Decidí acompañar a mi tesoro a su graduación. Días antes, le pedí a mi hermana y a mi mamá que me llevaran a pintarme el pelo y a escoger un vestido para la ocasión. Y así llegó el día de la graduación… fue una gran bendición para mí poder disfrutar esos momentos al lado de mi hijo. Lo vi feliz con sus compañeros y me olvidé de mi condición. Lo que yo sentía era mucha alegría y a la vez, nostalgia al saber que mi tesoro estaba entrando en una nueva etapa de su vida. Agradecida con Dios por permitirme seguir a su lado.

Después de la ceremonia, nos fuimos a desayunar a un lugar muy bonito en familia. Quiero resaltar que sin el apoyo de mi familia no lo hubiéramos logrado, y les agradezco con todo mi corazón, por tanto. En ese desayuno, mientras conversábamos y reíamos, me di cuenta de lo afortunada que soy. La risa de mi hijo, su emoción al contarme los planes que tiene para el futuro, todo eso me llenó de una felicidad inmensa. La ELA ha cambiado muchas cosas en mi vida, pero no ha podido arrebatarme estos momentos preciosos con mi familia. Estoy decidida a seguir luchando y disfrutando cada instante que me sea posible, porque cada día es un regalo.

Ana Lilia Rodríguez
Julio 2024 Valle de Bravo, Estado de México.
Comunidad ELA

Deja un comentario