Emma Alfaro es una paciente mexicana que lleva mas de 10 años con ELA
ella a encontrado en la escritura una hermosa salida para sublimar la enfermedad; escribe con ayuda de Mario su amado esposo y de un tablero de comunicación muy básico pero que a ellos les ha resultado muy efectivo.
Tiene Seguro Social y está inscrita en el programa ADEC “Atención de enfermos crónicos” además de pertenecer a Apoyo Integral Gila y Fyadenmac por lo que recibe visitas constantes de todas estas instituciones que siempre alegran sus días.
Hoy les compartimos su cuento “una visita inesperada” en el que nos relata estos encuentros.
Desde niña soñé con ser doctora para ayudar al prójimo, pero la sangre los accidentes y los muertos casi me causan un desmayo, por eso opté por estudiar QFB. Desgraciadamente mi vida dio un giro de 180° debido a la ELA, por lo tanto, no fui doctora, ni química, ni pianista, mucho menos bailarina de ballet, esos eran mis sueños. Ahora sólo soy un simulo de escritora.
Las desgracias hay que transformarlas en virtudes y las heridas producidas por la ELA cicatrizaron al escribir. A pesar del estado en que me encuentro soy inmensamente feliz tan sólo por dejar volar mi imaginación.
Una visita Inesperada. El día estaba precioso, el cielo lucía un hermoso color azul y el sol brillaba como nunca, lo cual me pareció extraño porque era temporada de lluvias, los días se pintaban con nubarrones que dejaban escapar la lluvia, pero ese día fue diferente. De repente las aves empezaron a cantar, las mariposas hacían alarde de su belleza con el despliegue de sus alas en una danza de alegría. Entonces dirigí la mirada al cielo y quedé embelesada al ver cómo cuatro ángeles vestidos de blanco bajaban de el. La mirada se tornó triste porque los perdí de vista, en un instante tocaron a la puerta, Mario abrió mientras yo observaba detenidamente desde el ventanal. ¡Eran los cuatro ángeles! Pero ¿dónde están sus alas? Me cuestioné, quizá se hagan diminutas y las esconden debajo de su vestimenta para que nadie se percate de ellos. Platicaban y le sonreían a mi esposo, les hizo pasar y al verme los cuatro ángeles me sonrieron a la vez, cada uno se presentó llenándome de besos, luego tomaron asiento dispuestos a escucharme “literalmente” porque no puedo hablar, uso un letrero transparente con todas las letras para comunicarme cerrando los ojos y de esa manera les indico la letra correspondiente. Ellos tuvieron la paciencia para escucharme. No hay duda, son ángeles porque las personas se acercan a mi con frases cortas y después se alejan ó simplemente me ignoran cómo si no existiera.
Nos habían alegrado la tarde, así que cuando se retiraron me dejaron un buen sabor de boca y el corazón rebozando de alegría. – “Nos veremos muy pronto”- dijeron los ángeles. Yo asentí con un parpadeo.
Los días se alargaban tanto que parecían interminables, el cielo se matizó de nubarrones dejando escapar la lluvia, estaba en espera de los cuatro ángeles. A diario observaba desde el ventanal a ver si veía los zapatitos blancos de ellos por debajo del zaguán.
Al alba me percaté que el día estaba precioso -“¡Ahora vendrán los ángeles!”- aseguré a mi esposo, así sucedió como el primer día en que tuvimos una visita inesperada. Las aves cantaron, las mariposas volaron en una danza de alegría y los cuatro ángeles tocaron a la puerta. Al ver los zapatitos blancos por debajo de la puerta, el corazón empezó a saltar de alegría, habían llegado para endulzar la tarde.
Cada vez se repetía la misma historia, yo ansiosa los esperaba para contarles las historias que escribía y ellos se sentaban plácidamente a escuchar.
– Ahora van a venir los ángeles- le dije a mi esposo.
– Emmita ya te he dicho que no son ángeles, son de ADEC y vienen de la clínica 24.
– Eso lo sé perfectamente, déjame decirte algo: “Los verdaderos ángeles son personas que llegan de la nada para iluminar nuestro existir. Ellos llegaron inesperadamente para alegrar nuestros corazones y endulzar las tardes”. La doctora y la enfermera se preocupan por mi salud, la nutrióloga se ocupa de mi alimentación, la trabajadora social observa que la casa esté en condiciones adecuadas para que goce de buena salud. ¿Te has percatado que me rodeo de ángeles? Ustedes, los de ADEC, la asociación Fyadenmac, Fanny, Evelyn, Gaby, asociación Apoyo Integral Gila, Griselda, Laura y otros más.
– Está bien, sigue soñando que son ángeles. No puedo contigo, tú y tu imaginación.
Dedicado especialmente a la Doctora Claudia Gómez y su grupo por su entrega a sus pacientes. A la enfermera Fany porque realiza su trabajo con amor y mucho cariño. A mi hermano Pedro, a mi esposo e hijos. A todos los cuidadores que son ángeles de sus enfermos para todos ellos y el equipo de ADEC pido un aplauso.
Emma Alfaro
Si eres paciente con ELA y cuentas con seguro social no dejes de inscribirte al programa ADEC
http://www.imss.gob.mx/