Más de once años me separan del movimiento de mi cuerpo y sin embargo encuentro motivos para seguir viviendo.
A pesar del tiempo transcurrido en la más absoluta quietud, no reniego de mi presente.
En varias oportunidades me he referido a la famosa triada: cuerpo, mente y espíritu, que a mi modo de ver, conforman la existencia humana. Cuando me interrogan acerca de la ELA y sus efectos, respondo de manera simbólica, para que comprendan la real magnitud de la enfermedad. Imaginen una mente y un espíritu encriptado en un cuerpo que siente y late.
Ahora bien, esa inmovilidad guarda sus secretos. A través de un relevamiento a los enfermos, pude cerciorarme de un común denominador o patrón especial a todos: la sensibilidad se agudiza, el tacto y la intuición recobran su carácter primigenio. Aprendemos a escuchar y a observar lo imperceptible. Aquello que pasa inadvertido para el resto, nosotros lo percibimos con claridad. La paralización y atrofia de los músculos voluntarios, contribuye a la concentración en detrimento del perturbador distraimiento. Son simples hallazgos positivos dentro de tanta desazón. Esta reflexión tiene como destinatarios a los familiares, amigos y enfermeros de afectados de ela, para que comprendan que solo estamos quietos, pero muy atentos y conscientes. gracias. Hernan.
Columna radial AM 840. Radio General Belgrano. Con Cristina Conde, Sebastian Coppola, Roberto Goyeneche (h), Roberto Zorrilla. Voz: Aldo Castro. Jueves 21,30 hs.