El ingeniero Juan Carlos Bonczok creó en los 90’ un bolseador para su papá, quien estaba internado en terapia Intensiva.
Con el aparato pudo llevarlo a pasear en auto y sacarlo del hospital. Lo patentó en 2007.
Corría el año 1995, Juan Carlos tenía a su papá internado en una sala de Terapia Intensiva porque necesitaba un respirador para vivir. Sin él no podía regresar a su casa. “Lo que quería era sacarlo del Terapia Intensiva y llevarlo a casa. No te podés imaginar la cara de mi papá cuando vio el bolseador”, dijo Juan Carlos.
Diseñó e intentó registrar un respirador portátil a batería, controlado por microprocesador, obtuvo premios en la feria argentina de inventores INNOVAR y de la asociación Argentina de Inventores. “En esa época no había nada igual, ya que lo que hice fue automatizar la bolsa resucitadora y de esa manera ventilar de manera mecánica y no necesitar de un enfermero que lo haga”, expresó.
Su invento fue motivado por una enfermedad su padre, quien padecía de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), y con ese equipo pudo ser desconectado de un respirador de Terapia Intensiva y llevarlo a pasear en auto, algo que su padre no hacía tras 4 años de estar postrado en cama padeciendo su enfermedad, que inutilizó su diafragma y con ella la posibilidad de respirar por su cuenta.
“Me dijeron que lo patente, lo hice en 2003 y recién en 2007 me dieron la patente después de invertir mucho dinero”, comentó Juan Carlos.
Este invento podría servir para paliar la insuficiencia respiratoria generada por el coronavirus. “Lo presenté en las exposiciones médicas más importantes del país pero no tuve la suerte de conseguir un inversor que ponga el dinero para realizarlo y mi proyecto innovador no tuvo mucho éxito, tal vez porque no había esta emergencia que actualmente padecemos”, refiriéndose a la pandemia del COVID-19 que en casos severos los pacientes necesitan de un respirador.
Para la actual situación su invento tendría mucha utilidad pero él sabe que su producto debe pasar estándares de salud y calidad “para poder comercializarlo necesito el permiso de la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) que es la que debe realizar los ensayos y dar el permiso para su distribución pero “a veces sentís que remás en dulce de leche para que tu sueño se haga realidad”, acentuó Juan Carlos con un tono más de resignación.
El diseño realizado y puesto a prueba con su propio padre hace varios años no requeriría de productos importados y podría ayudar a paliar en alguna medida la situación en muchos de los casos de esta pandemia, dando oportunidad a que las personas afectadas más gravemente puedan superar la etapa crítica, además de no necesitar estar dentro del ámbito de una Terapia Intensiva, dada la portabilidad del dispositivo.
El dispositivo que propongo podría funcionar en cualquier ámbito e inclusive con autonomía ya que puede alimentarse con un sistema de baterías. La vida nos pone a prueba nuevamente y nos pide que continuemos a pesar de las adversidades.
Para finalizar Juan Carlos se puso a disposición de las autoridades de Salud para ayudar con su conocimiento y nos dejó su teléfono para cualquier consulta 3794-639305.