El escritor publicó sus memorias donde describe la enfermedad que padece. Militancia, libros, periodismo y el balance de una buena vida.
Hace cerca de dos años, cuando la enfermedad que le trastocó la vida por completo tuvo por fin un nombre exacto; Martín Caparrós empezó a escribir su propia historia. Esta vez la crónica lo tenía como protagonista y, en principio, solo para sí mismo, se dedicó a repasar su existencia, sus amores, pasiones, familia, ideas políticas y convicciones estéticas. El resultado final fue “Antes que nada”, su libro más reciente, que hace pocas semanas llegó a las librerías y rápidamente trepó al ranking de los más vendidos.
Estas memorias recorren cronológicamente su vida, desde el nacimiento a la actualidad y son el valioso testimonio de una época que se extiende desde la militancia de los ’70 al macrismo y del regreso de la democracia al reinado de los Kirchner. El Nacional Buenos Aires, la redacción del diario Noticias donde trabajó con Rodolfo Walsh y Juan Gelman, el exilio, los estudios en París, sus repetidas estancias en España (tierra de su padre y sus abuelos), sus novelas, sus premios, su trabajo con Jorge Lanata, sus mujeres repartidas por el mundo, sus más de cien viajes recorriendo el planeta para Naciones Unidas (experiencia que luego volcaría en el libro “El hambre”) y decenas de anécdotas, reflexiones, datos desconocidos de su vida. “Una buena vida”, tal como la considera Caparrós mirándola desde hoy.
Intercalados con los mojones de la biografía, “Antes que nada” dedica también muchos capítulos a dialogar con la enfermedad, ese mal incurable llamado ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) que hoy padece el escritor. Justamente, el libro fue el lugar que eligió para revelar públicamente el diagnóstico, aunque lo conocía desde antes y lo mantuvo oculto no convertirse tan pronto en una víctima. En esas páginas, según confiesa, pudo por fin extender sus miedos frente a él y mirarlos a los ojos.
En estos días, trabaja incansablemente en su casa de Madrid, en varios libros a la vez, mientras batalla con los libertarios en X, haciendo gala de su mayor virtud: decir todo lo que piensa, moleste a quien moleste.
Desde el otro lado del mar, por zoom, dialogó con NOTICIAS y esto fue lo que nos contó.
NOTICIAS: En “Antes que nada” sorprende la intensidad de los primeros años de su vida. La militancia política personal y familiar, los viajes, la formación en Europa. Siempre lo acusaron de ser arrogante, pero hay que reconocer que sus experiencias juveniles autorizaban cierta soberbia.
Martín Caparrós: Me cabreaba que me rebatieran cosas que yo sabía que sabía. Pero cuando no sé, me da mucho gusto decir que no sé. Sí, había aprendido una cantidad de cosas dando vueltas por ahí. Y era bastante inestable. Creo que hasta los cuarenta y tantos nunca estuve más de un año en un mismo trabajo. Siempre pensaba que en algún otro lado debía haber algo que me estaba perdiendo. Eso me pasaba con los trabajos, los lugares, las relaciones. Por un lado esto es un poco angustiante y, por otro lado, muy movilizador.
NOTICIAS: Su relación con España es muy fuerte. Usted ha vivido largas temporadas allí a lo largo de su vida. Además, su padre y parte de su familia son españoles. ¿Por qué se fue a vivir esta última vez a España?
Caparrós: Mi relación con España es muy fuerte pero no más fuerte que la que tengo con la Argentina. Soy argentino. De hecho, una de las decisiones que tomé cuando vine esta última vez, hace casi 12 años, fue que no iba a dejar de lado mi acento. No quería hablar como un español. Sigo siendo argentino, sigo leyendo los diarios argentinos a la mañana. No tuve una razón muy clara para irme esta última vez. Era un momento en que nada me ataba demasiado a la Argentina. Había terminado una relación larga, no me gustaba la situación política, pero al mismo tiempo ya llevaba 10 años diciéndolo. Entonces, tampoco tenía nada nuevo que decir sobre esa situación. Tenía ganas de estar más cerca del mundo. La Argentina nos encierra mucho. Y estaba, sobre todo, cansado de esa especie de roce permanente, de semi-pelea sostenida todo el tiempo. Terminé de escribir “El hambre” en España y después me fui quedando. Me enganché con una mujer, la Argentina se fue poniendo cada vez más áspera y me quedé, sin haberlo decidido nunca.
NOTICIAS: A lo largo de sus memorias aparecen personajes muy importantes. Por ejemplo, Juan Domingo Perón, a quien va a visitar con su padre, muy chico, en Puerta de Hierro. También llamó mucho la atención, en estos días, la mención de su encuentro con Juan José Saer, con quien confiesa haber tenido un intercambio erótico.
Caparrós: Es algo que me preguntan los periodistas argentinos pero en España o en Colombia a nadie le interesó. Y yo lo conté porque forma parte de mi vida. No veía por qué no iba a incluir algo que para mí, en ese momento, fue significativo. Yo siempre fui heterosexual, pero hubo un momento, cuando tenía 20 o 22 años, en que me parecía muy reaccionario negarme a ver cómo eran otras posibilidades. En esa época, para un joven, era como una forma de ruptura. Los machos eran muy machos y no se mezclaban con otros hombres. A mí me importaba no seguir esa tendencia, sino probar, ver si me gustaba. Formaba parte de mi educación sentimental. Podría, quizás, no haber dicho quién era ese señor con el que había probado. Pero me parece que si él lo hacía, tenía que hacerse cargo. Y no me gustó nada que me pidiera por favor que no lo dijera. Hasta ahora no lo había contado nunca. Pero yo escribí este libro sin pensar en que sería leído. Lo escribí porque necesitaba escribirlo. Tenía el diagnóstico de una enfermedad que termina mal y más o menos pronto. Quería, entonces, recorrer mi vida, algo que nunca pensé que iba a querer hacer. Es un libro que no está pensado en función de una lectura, que escribí más para mí.
NOTICIAS: Aunque escribir es su profesión, la escritura puede tener también otro valor, por ejemplo, el de ayudar a transitar malos momentos.
Caparrós: Sí. Y en este caso es así y de dos formas concurrentes. Por un lado, porque cuando estoy escribiendo soy muy parecido al que era hace 5 años. Muchas veces digo: “Ahora me voy a levantar a buscar un café”. Y después me doy cuenta de que no me puedo levantar. Cuando estoy escribiendo es cuando más soy yo. Y por otro lado, la parte del libro en la que hablo de mi enfermedad, me permitió tener un diálogo conmigo. Ahí me digo cosas que me costaba decirme de otra forma. Yo no creo mucho en la catarsis de la escritura pero en este caso sí, me sucedió.
NOTICIAS: ¿Tiene relación con su familia, sus hermanos y su madre?
Caparrós: Mis hermanos viven en Buenos Aires. Tenemos una relación laxa, digamos, no muy intensa. Les tengo cariño, son mis hermanos, pero no son las personas con las que más me veo o me comunico. Mi madre cumplió ochenta y ocho (me tuvo muy chiquita, tenía 20 años). Sigue trabajando. Ella fue muy activa en la consecución de la Ley del Aborto libre y gratuito. Fue líder en ese movimiento y sigue haciendo sus cosas en ese sentido. Es una psicoanalista, pero tiene una trayectoria feminista muy larga, que trata de seguir manteniendo.
NOTICIAS: ¿Quiénes dentro del mundo intelectual y periodístico son hoy amigos suyos?
Caparrós: De los escritores argentinos, los que más cerca están son Rodrigo Fresán, Alan Pauls, Daniel Guebel. Se han muerto varios escritores amigos: Luis Chitarroni, Sergio Chejfec, Marcelo Cohen. Con Lanata somos muy amigos, es uno de mis dos o tres amigos más cercanos. Estoy preocupado porque está en un momento complicado. Es alguien que quiero mucho.
NOTICIAS: Usted no le teme a la polémica. Donde otros se retiran usted sigue adelante. Y en los últimos tiempos polemiza especialmente con los libertarios.
Caparrós: A veces algunos amigos o mi mujer me dicen: “¿Por qué seguís en Twitter (X)?”. Me dicen cosas horribles. Y no me importa mucho, si las quieren decir que las digan. Lo único que no soporto es que me insulten con errores de ortografía.
Ahora empecé a bloquear gente. No tengo por qué tener en mi pantalla las aberraciones que dicen.
NOTICIAS: ¿Qué sintió cuando le dieron el diagnóstico de su enfermedad?
Caparrós: Es una información que va muy de a poco. Te empiezan a buscar qué tenés. Y cuando se van descartando otras causas, sabés que quedan las peores. Entonces, no fue algo que no esperara o que no sospechara. Que te lo confirmen, por supuesto, es una pena, pero curiosamente me bajoneó mucho menos de lo que habría imaginado. No sé por qué. Trato de vivir lo mejor posible y, en general, me sale. Hay momentos en que me cago en dios, que querría hacer cosas que no puedo y, además, el futuro no es en absoluto prometedor. Pero por ahora, para mi sorpresa, consigo este vivir lo que vivo con bastante gusto, con bastante placer.
NOTICIAS: ¿Qué lugar ocupa el trabajo en esta etapa? ¿Permite poner la cabeza en otro lado?
Caparrós: Me permite poner la cabeza en su lugar. A mí lo que me gusta más en la vida es escribir. Y quiero poder seguir siendo yo todo el tiempo posible. Me pasó horas escribiendo y tengo como 7 u 8 libros inéditos. No paro. Tengo mucho tiempo para estar aquí sentado y teclear y teclear. Por ahora, por suerte, puedo seguir tecleando. Y cuando me canso, le dicto a la computadora, que más o menos me entiende.
NOTICIAS: ¿Y cómo son estos libros de la quietud?
Caparrós: Son libros de crónica con un costado ensayístico. Escribí uno que tiene un poco que ver con la situación, que se llama “Enciclopedia del adiós”. También escribí la vida de José Hernández contaba por Martín Fierro, que va a salir con los dibujos de Rep. Estuve haciendo también una novela interactiva, “Vidas de J.M”. Escribí para una colección de Penguin Random House de ensayos breves algo que se llama “Sin Dios”.
NOTICIAS: ¿Qué cambió en la gente que lo rodea y en el público la noticia de su enfermedad?
Caparrós: Mucha gente me mandó mensajitos de apoyo y de cariño. La verdad que fue muy emocionante. No sé, más allá de esto, qué va a pasar con cómo me lean. No creo que cambie la forma en que me leen.
NOTICIAS: La enfermedad y la muerte no son los temas más tratados por los medios. Por eso, hablar abiertamente de estas cuestiones abre un diálogo interesante.
Caparrós: Esta es una época peculiar en la que no tenemos ningún uso, ninguna aplicación para la muerte. Quiero decir, hay mucha menos gente creyente que piensa que la muerte permite tener una vida en otra parte. Tampoco hay causas nobles por las que valga la pena morir. Ni una vida celestial, ni una gloria póstuma. No tenemos nada que hacer con la muerte. Entonces preferimos no hablar de ella, porque hablar es aceptar esa carencia y ese vacío.