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Musk tiene el plan perfecto para implantarte un neurochip, pero se olvida de lo más importante

La tecnología y la ciencia avanzan, pero los expertos advierten de la necesidad de regular los neuroderechos para salvaguardar la privacidad mental de las personas

Tecnología y cuerpo unidos a través de implantes cerebrales para mejorar las capacidades humanas. Parece el comienzo de una película de ciencia ficción, pero ya es una realidad. El pasado 6 de julio, Synchron, la empresa rival de Elon Musk, Neuralink, implantó su primer chip cerebral en Estados Unidos en un paciente con esclerosis lateral amiotrófica (ELA). El objetivo de la compañía es que el paciente pueda comunicarse a través de sus pensamientos. Pero no solo eso, también pretenden que sea capaz de enviar correos electrónicos, mensajes de texto e incluso hacer compras por internet.

A pesar de que Synchron ha sido pionera en implantar el chip a un humano, Neuralink ya lo ha probado con éxito en cerdos y trabaja a contrarreloj para conseguir que se traslade a las personas. Además, ya hay otro tipo de microchips subcutáneos que permiten pagar en los establecimientos con un simple movimiento de muñeca. Se trata de los implantes NFC, que han aumentado su popularidad durante los últimos años y han permitido que, en países como Suecia, ya haya personas que lo lleven para pagar, entrar en la oficina o usar medios de transporte.

Competencia entre Neuralink y Synchron

Fue a mediados de 2018 cuando Musk habló públicamente de insertar implantes habilitados con bluetooth en el cerebro, alegando que los dispositivos podrían reparar la función motora en personas con algún tipo de lesión. Su máxima competidora, Synchron —fundada en 2016— obtuvo la luz verde de la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para comenzar el ensayo de la interfaz cerebro-máquina, que ha culminado con esa primera aplicación en EEUU. El hombre que está detrás de este proyecto es Max Hodak, cofundador y expresidente de Neuralink, que abandonó la compañía de Musk en 2021 para irse a la competencia.

Sin embargo, estos chips cerebrales suponen un problema: la vulneración de los neuroderechos. Este nuevo concepto, que ha surgido por el avance de la neurotecnología, hace referencia al conjunto de normas y leyes que tratan de evitar la manipulación de la mente humana por medio de la tecnología. “Los avances en neuromedicina son muy importantes, pero hay que proteger nuestros derechos. Es peligroso no hacerlo, podemos sufrir algún tipo de manipulación en la que se vean afectadas nuestra capacidad de decisión y comprensión, quedando anulada la libertad del individuo”, recalca Txetxu Ausín, científico titular en el Instituto de Filosofía del CSIC, donde trabaja sobre cuestiones de ética de las tecnologías disruptivas.

Implante de la interfaz cerebro-máquina (Neuralink)
Implante de la interfaz cerebro-máquina (Neuralink)

Es importante entender que la principal vía de la tecnología aplicada al cerebro es la medicina, que implica una comunicación entre cerebro y ‘máquina’. La ciencia está avanzando para ayudar a las personas, pero la privacidad de la actividad neuronal es “sagrada”. Al menos así lo concibe Bryan Strange, investigador del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid. “De momento, la mayoría de técnicas para humanos en este ámbito no te dan información de alta regulación en el espacio y tiempo, pero eso con los implantes va a cambiar en un periodo de 10 a 20 años”, continúa. Para el investigador, los pros clínicos y de ciencia básica de estas aplicaciones son “gigantes”. “Se puede llegar a inhibir la actividad patológica en el Parkinson mediante la estimulación cerebral profunda. El problema es que la información recibida es muy personalizada y puede suponer una invasión a la privacidad”, manifiesta.

Por este motivo, si se imagina un futuro en el que todo el mundo lleve un implante que mida la actividad cerebral de manera ininterrumpida, también teme una manipulación de la mente en caso de que no se ponga el foco en legislar y proteger los neuroderechos.

Carta de derechos digitales en España

Actualmente, ningún país, excepto Chile, ha puesto en marcha su regulación. Por su parte, España ha planteado su protección mediante una Carta de Derechos Digitales, presentada por el Gobierno en julio de 2021. Sin embargo, el escrito solo recoge un conjunto de consideraciones y recomendaciones. “No es suficiente. Es simplemente un análisis, no una ley”, sentencia Santiago Mediano, presidente de la sección de Robótica e Inteligencia Artificial del Colegio de la Abogacía de Madrid. Asimismo, añade que el problema está ya presente en la sociedad y que convendría regularlos “cuanto antes” de manera específica, a nivel constitucional. De hecho, ya ha recibido clientes en su despacho que sienten que su integridad mental ha sido invadida.

El abogado también señala los cinco neuroderechos básicos, impulsados por el neurocientífico Rafael Yuste, director del proyecto Brain. El primero de ellos es el derecho a la identidad personal y tiene como objetivo respetar la conciencia de cada persona. El segundo está basado en el libre albedrío, para que las neurotecnologías no manipulen el control sobre las decisiones de las personas. En tercer lugar, se habla del derecho a la privacidad mental, ya que los datos obtenidos de la lectura de los impulsos cerebrales deben ser privados. El acceso equitativo a la mejora cerebral sería el cuarto de la lista, porque de lo contrario causaría desigualdades sociales. Por último, el derecho a la protección de sesgos, para evitar la discriminación.

En definitiva, para sortear los escenarios futuros en los que sea posible insertar pensamientos en el cerebro de un individuo e, incluso, que se produzcan neurocrímenes, como el ‘brainhacking’ —un ‘hackeo’ de cerebro—, es importante abordar los nuevos desafíos que suponen el avance de la tecnología y la ciencia salvaguardando la privacidad mental.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/

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