Un paso innegable en la vida de cualquier ser vivo es la muerte. Pese a que somos conscientes de esto, los seres humanos vivimos en un burbuja.
Nos convencemos de que seguiremos en este mundo indefinidamente, de que morir no es una opción.
La realidad no siempre es como esperamos. A veces, la vida no es particularmente cooperativa. Podemos encontrarnos con que nuestra pareja se va o que nuestros cuerpos enferman. Quizás un accidente se lleva a nuestro mejor amigo.
“Nadie es tan joven que no pueda morir hoy.”
-Francesco Petrarca-
De todas las posibles situaciones, la más complicada es cuando sabemos que la muerte está latente en la vida de un ser cercano. Lo menos importante es la razón de que se trate. El verdadero shock se da ante la idea de tener que enfrentar el proceso de morir sin otra alternativa.
¿Cómo prepararse para decir adiós?
En nuestra sociedad actual, pocas veces nos tomamos un tiempo solo para nosotros. Quizá por eso las técnicas de meditación son tan populares. En el fondo deseamos tener un tiempo sin interrupciones.
Cuando te enfrentas al momento de decirle adiós a un ser querido necesitas tomarte tiempo para ti. Apaga todos los distractores y concéntrate en ti. Date tiempo de sentir tristeza, enojo, frustración.
Pasa todas las etapas necesarias y, finalmente, acepta que esa persona no estará más contigo ¿Qué sientes? ¿Qué necesitas decirle a esa persona? ¿En verdad debes decirle todo lo que piensas?
“Guarda los buenos recuerdos para los malos momentos y escucha… Apúntate a la vida, a decir lo que sientes, a sentir lo que vales, a soñar lo que quieres y a saber que te sobra con tener lo que tienes.”
-Anónimo-
No te equivoques, saber que alguien a quien quieres va a morir es un momento de gran dolor. Pero también te da la posibilidad de cambiar algunas circunstancias. Es importante llorar, enojarse y aceptar el cambio que se avecina. Deberías presentarte ante la otra persona solo después de haber meditado la situación.
Es probable que la persona que se enfrenta a la muerte necesite hablar más que escuchar. Dale tiempo, permite que diga lo que necesite y demuéstrale que lo acompañas. Es recomendable darle esperanzas solo si la realidad lo permite.
Quizás quieres que la otra persona se sienta tranquila, pero no debes mentirle. No es bueno crear falsas expectativas de posibles tratamientos milagrosos. Si existen posibilidades, estas deben mencionarse sin exageración.
Ayudar a la otra persona a aceptar su condición
Una parte muy importante de esta difícil conversación es asegurarnos de que la otra persona entiende su condición. Las siguientes preguntas pueden ayudar:
- ¿Entiendes tu diagnóstico?
- ¿Cuáles son tus principales preocupaciones?
- ¿Quieres hacer algunos cambios o arreglos?
- ¿Cómo quieres pasar tu tiempo a partir de ahora?
- ¿Quién te gustaría que tome tus decisiones cuando sea necesario?
Esta conversación no es fácil en ningún caso, pero es importante escuchar a quien enfrenta a la muerte. Al dejarle saber que nos importa su opinión le damos poder sobre su vida y eso es algo a lo que nadie debe renunciar.
“Después de todo la muerte es solo un síntoma de que hubo vida.”
-Mario Benedetti-
Si no estás en situación de poder ayudar a hacer más llevadero el proceso, límitate a estar ahí. La compañía de los seres amados es importante en estos casos.
La importancia de esta conversación antes de morir
La mayoría de nosotros siempre buscamos retrasar esta conversación. Intentamos convencernos de que hay más tiempo. No siempre es así. Las cosas pueden pasar demasiado rápido. Es común que quienes evitaron esta conversación se sientan mal o culpables por lo que se guardaron de decir.
Si tienes miedo de hablar del tema comienza escuchando lo que la otra persona tiene para decir. Poco a poco tendrás claro si hay algo que quieres compartir o no.
Algunas de estas conversaciones pueden llevarse unos minutos mientras que otras son interminables. No te preocupes, no estás obligado a decir o hacer nada que no quieras. Siempre es mejor despedirnos a tiempo y no dejar que el tiempo nos gane.
“La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente”.
-François Mauriac-
Fuente: La Mente Es Maravillosa