Nuestro cuerpo paga un precio muy alto ante este evento tan significativo en nuestras vidas.
El dolor que experimentamos cuando estamos en medio de un proceso de duelo es inmensamente estresante. Nuestro cuerpo paga un precio muy alto ante este evento tan significativo en nuestras vidas. Estos síntomas son respuestas perfectamente normales ante semejante trauma, pero si nos informamos y entendemos que está ocurriendo en nuestro cuerpo podremos lidiar mejor con esta situación y sabremos si es normal sentir lo que sentimos o si es necesario buscar ayuda profesional.
Los síntomas más comunes y considerados “normales” cuando estamos sufriendo la muerte de un familiar o amigo querido son por ejemplo: ganas incontrolables de llorar, cansancio o letargo, problemas para dormir o exceso de sueño, palpitaciones, dolores de cabeza, interrupción del ciclo menstrual en las mujeres, falta de aire, molestias estomacales, irritabilidad, presión alta, pérdida o aumento del apetito, pérdida del cabello, alucinaciones auditivas o visuales, nauseas, angustia en el pecho y hasta dolores musculares y articulares.
Nuestro sistema inmune también sufre los efectos del estrés por nuestra pérdida mostrando una caída en los niveles de actividad de los linfocitos-T, que son células muy importantes para la lucha contra las infecciones como los resfriados y otras infecciones menores. Otras enfermedades como el asma, la artritis o la diabetes se pueden intensificar durante esta etapa de sufrimiento.
En cuanto a los síntomas cognitivos, podemos experimentar problemas de concentración o incapacidad para realizar nuestras tareas diarias. Así mismo, es común que queramos hablar mucho del fallecido o que por el contrario no queramos mencionarlo a fin de tratar de olvidar lo sucedido. Las alucinaciones y sueños con el fallecido pueden ser comunes también. Por momentos podemos olvidar que la persona amada ya no está con nosotros, pero luego nos damos cuenta que no es así.
La idea del suicidio puede pasar por nuestras cabezas pero de manera abstracta. Si ésta es una idea recurrente, entonces debemos buscar ayuda profesional inmediatamente.
Fuente: Manejo del duelo