Esta pequeña crónica está basada en un sueño que tenía desde hace 13 años y por fin lo realicé el sábado 12 de agosto del 2017. No podía permitir que se quedara tan solo en un sueño.
Espero sea de tu agrado.
Una gran sorpresa
Hoy amanecí con una jovialidad que se desborda en todo mi cuerpo y contagia a todos los que están en mi entorno. Hoy es un día muy especial, desde muy temprano me vestí, me puse un vestido azul de flores que dejaba al descubierto mis hombros y una pequeña parte de mi espalda, unas arracadas, medias y zapatillas, sintiéndome desnuda porque hace trece años que no me arreglaba de esa forma.
Lo planee con ocho días de anticipación. De inmediato fui a comprar un vestido, ideé en comprarle un pastel y un regalo.
Hace trece años que tenía ese sueño añorando los viejos tiempos en que me arreglaba meticulosamente solo para él y llegaba de improviso a su trabajo, ese día por fin a llegado.
Al bajar del taxi me corroían las ansias de verlo, me acompañaban Yojana, Fanny, ahí esperaban Isaura y Axel con el pastel y demás menesteres.
Entramos todos al hospital gracias a las influencias de Fanny que trabaja ahí. Me comían los nervios de verle su cara de asombro.
Le pidieron de favor a una doctora que le hablaran al señor Mario el cual no tardo en salir. Al vernos se quedó estupefacto, su mente pensó vertiginosamente ¿Qué hacen todos aquí, se sentirá mal? Se acercó a nosotros con una sonrisa de felicidad, alguien le dio mi regalo. Con la imaginación me incorporé de la silla, lo abracé diciéndole ¡Feliz cumpleaños amor mío! Luego le dije ¡Mira! gire el vestido, voló como si hubiese un ventarrón, después de girar lo abrace dándole un beso indefinible.
Como si intuyera mis pensamientos se percató de mi vestido ¡Aún estás preciosa! Me dijo con la mirada y me dio un pequeño beso.
Nos invitó a pasar al laboratorio presentándonos a sus compañeros de trabajo, después se dispuso a invitar a los médicos conocidos. Al verme las doctoras se quedaron sorprendidas, después de ver a una moribunda veían ahora a una Emma que había vuelto a nacer gracias a su trabajo.
No me importaba el frío ni el calor o cómo lucían las zapatillas con el pie completamente chueco, ni mucho menos que pensarían de mí, lo único de relevancia era la felicidad de él.
Después de conversar un buen rato procedimos a destapar el pastel, ponerle las velas y mientras él las apagaba yo pedí un deseo por él ¡Que sea inmensamente feliz a mi lado! Todos le cantamos las mañanitas y comimos pastel, aunque yo lo hice con la imaginación. Una vez terminada la celebración él les leyó el cuento de Metamorfosis que escribí, ese no era mi deseo, ya que no era mi momento sino de él. Las lágrimas empezaron a rodar por las mejillas de las doctoras a causa del cuento, lloré al igual que ellas, es algo que no puedo controlar, es propio de la enfermedad.
El tiempo apremiaba y tuvimos que retirarnos, ellos tenían que continuar con su trabajo, aunque yo deseaba quedarme las horas enteras al lado de él.
Al llegar a casa puse unos cartelones en nuestra recamara en donde le expreso el amor y todo lo que significa para mí, lo hice con la imaginación porque en realidad yo no puedo mover ni un ápice. Cuando llegó de su trabajo se quedó perplejo ante los cartelones, le gustó mucho la idea cuando yo pensaba que le iba a parecer cursi.
El amor está hecho de pequeños detalles y grandes sorpresas, locuras, dulzuras y grandes sueños.
Esa noche dormí plácidamente y feliz soñando el primer encuentro que tuvimos en el autobús, luego vi toda mi vida al lado de él y de mis hijos como si fuese un cortometraje hasta llegar el momento en que me ponía un vestido azul de flores, arracadas, medias, zapatillas y llegaba de improviso a su trabajo…al alba me desperté pensando en aquel dulce sueño, pero mis ojos se percataron de los cartelones que había en las cuatro paredes de la recamara. Grite de felicidad ¡No fue un sueño, en realidad sucedió!
La jovialidad que aún perdura será permanente y la felicidad de él será perpetua porque ese sábado doce de agosto le di el regalo más maravilloso de su vida, al verme vestido como lo hacía antes y llegar de improviso recordando los viejos tiempos. Ese sueño se realizó gracias a mi cuidadora, enfermera, amiga y cómplice de todas mis travesuras, a mis hijos y mi nuera, sobre todo a mi persistencia porque cuando se me mete una idea en la cabeza no hay nadie que me la quite, es algo que me caracteriza.
Cuando me ve sonriendo y el brillo de mis ojos, pregunta ¿Y ahora que estas tramando? Niego moviendo la cabeza como diciendo absolutamente nada. Aún con la sonrisa expresada por mis labios. No puedes mentir, esa sonrisa pícara y esos ojos que brillan como diamantes te delatan. Con la mente le dije “No te imaginas las sorpresas que te tengo preparadas”…seguí cavilando aun con la sonrisa pícara que aflora de mis labios.
Emma Alfaro Contreras.