La Caixa en favor del estudio. El Instituto de Neurociencias de la UAB señala la necesidad de conocer las causas de esta enfermedad para encontrar su cura.
Sobre esta patología se conoce que afecta a las neuronas motoras que hacen que los músculos se contraigan y su muerte provoca una debilidad progresiva que a la larga, en un plazo medio de entre 3 y 5 años, acaba desembocando en la defunción del paciente. Sin embargo, como apunta Rubén López, profesor de fisiología médica en la UAB e investigador del Instituto de Neurociencias de esta misma entidad, «el problema es que para intentar curar esta enfermedad necesitamos saber sus causas y en un 90% de los casos éstas se desconocen». «Solo sabemos que en un 10% de los pacientes la ELA es consecuencia de mutaciones genéticas y, en este supuesto, la terapia génica se presentaría a priori como una buena solución, pero solo para un proporción pequeña de pacientes».
En este contexto, tal y como explica Rubén López, él y su equipo están trabajando «en un proyecto de investigación cuyo objetivo es el de bloquear los procesos que contribuyen a que la enfermedad avance de manera progresiva». «Se ha visto que en esta patología, al margen de que afecta a las neuronas motoras, se producen un conjunto de procesos que son iguales en todos los pacientes. En todas las enfermedades neurodegenerativas, tiene lugar un proceso de respuesta inflamatoria del sistema nervioso y si conseguimos frenarlo, aunque no podamos curar la enfermedad, podríamos ponerle freno», explica el profesor, quien aclara que «cuando muere una neurona motora se generan detritos, que elimina el sistema inmunológico, pero cuando éste se activa, libera unas moléculas que son tóxicas y eso provoca más muertes de neuronas motoras y, por lo tanto, más desechos y más reacción inflamatoria, acelerando así la enfermedad».
Ante este panorama y si además tenemos en cuenta que muchos fármacos antiinflamatorios no dan resultados en la ELA, muchos proyectos de investigación en torno a esta enfermedad se centran en intentar buscar un fármaco que bloquee las moléculas que activan la inflamación. Sin embargo, el equipo liderado por Rubén López se plantea objetivos diferentes. «Existen unos lípidos que se sintetizan a partir de Omega3 y que apagan la inflamación de manera natural, es un mecanismo de los tejidos para revertir esa inflamación», explica el profesor, quien además especifica que «en pacientes de ELA esos lípidos encargados de inducir una resolución no se sintetizan y, por lo tanto, no se producen las señales para apagar la inflamación».
Ante este hecho, cabría preguntarse: «¿Si administramos nosotros mismos esos lípidos de forma externa, se podría frenar la inflamación? Y es a partir de esta interrogación que se articula el proyecto de investigación liderado por Rubén López y que cuenta con el apoyo de la Obra Social La Caixa, que busca poner freno a la progresión de la enfermedad con la administración externa de lípidos. «Ahora el proyecto está en fase preclínica y con el apoyo de La Caixa estamos haciendo todos los experimentos preclínicos en laboratorios de investigación para a continuación llevar a cabo los experimentos preclínicos regulatorios antes de introducir esta técnicas en humanos». «Si los resultados son positivos, lograríamos alargar la vida de estos pacientes y mejorar su calidad», sentencia Rubén López.
Fuente: La razón