Voluntario del servicio social de Apoyo Integral Gila AC.
El 25 de enero comencé la labor de mi servicio social ayudando a Fabiola, una señora de 45 años, madre de tres niños e hija de la señora Lucina, quien actualmente se hace cargo de ella. Sufre de una enfermedad neurodegenerativa la cual ha limitado su condición física.
El proceso de la construcción de la rampa fue como cualquier otro, se analizó la solución al problema, se hizo un pequeño levantamiento y posteriormente trabajadores de la empresa de mi papá ejecutaron la construcción. Sin embargo, me gustaría platicar de las emociones y empatía que existieron entre Fabiola y todos los que estuvieron dentro del proceso.
Desde el primero día que llegué a visitar a Fabiola y a su familia para platicar de la rampa, comencé a observar su condición, tanto de salud como de infraestructura (llamémosla así). Saludé a la mamá de Fabiola y le pedí que si podía verla. Al cabo de unos minutos me dice que ya venía. Ella vive en un segundo nivel de su casa, y al ver el trabajo que le costaba bajar unas escaleras de metal en forma de caracol, me sentí culpable por haberla hecho bajar. Era imposible mirarla y no tener un sentimiento amargo al ver tan lamentable situación, pero en ese momento su mamá me mencionó que nuestros rostros que expresaban ese sentimiento hacían sentir mal a Fabiola, por lo que nos metimos a la casa y al cabo de 15 min Fabiola pudo bajar. Desde ese momento supimos que había que ayudarla y hacer algo.
Al segundo día de visitar a Fabiola, ya con los trabajadores para empezar a ejecutar, la mamá de Fabiola ya estaba esperándonos con café y unas galletas. Mientras tomábamos café, su mamá nos mencionó que Fabiola se encontraba emocionada e incluso se despertó temprano para recibirnos. Durante toda esa semana fue lo mismo; llegábamos y ellas se encontraban esperando a los trabajadores con café y galletas; algunos días incluso nos comentaron que les prepararon algo de comer. Uno de los trabajadores comentó que se le hacía increíble que la familia de Fabiola, a pesar de vivir en una situación económica comprometida, lo poco que tenían lo compartían con ellos y era una cosa de admirarse y de aprender.
El último día cuando por fin quedo lista la rampa le pedí a Fabiola que se tomara fotos. Comenzó a llorar agradeciendo a Apoyo Integral Gila y a nosotros por tener ese gesto de ayuda hacia ella. También su mamá nos comentó que la mayor ayuda que le brindaría esa rampa sería emocional. Al inicio no entendí, pero mencionó que debido a su condición, Fabiola vivía en un segundo nivel donde no bajaba, no convivía y se encontraba en un estado de depresión y que con la rampa podría estar acompañándola en el taller de costura que tienen en la entrada de su casa. Estaría en contacto y convivencia con sus sobrinos e incluso con sus vecinos, que tienen un gran afecto hacia ella, ya que cada que pasaban por su casa y la veían en su balcón, la saludaban e incluso platicaban algunos minutos con ella.
Es increíble darse cuenta de lo tanto que significa una rampa de concreto de 3 x 1.5 m para una familia como la de Fabiola. Una gran experiencia poder ayudarla.
Carlos Bravo Castilla